sábado, 9 de marzo de 2013

Capitulo XXVII Te quiero


*Narra Harry*

- Vanessa... - digo con un tono realmente dolido.
Me giro sin ni siquiera darle tiempo a contestar, pero ella no se detiene tan fácilmente, y no se como pero consigue atraparme. Corre mucho para ser una chica.
- Harry por favor. Dejame explicarte lo – me dice cogiéndome del brazo.
- ¿Que quieres explicarme? - digo yo enfadado – ¿Que tu no hiciste nada y que fue el quien te besó? No te preocupes que me se la historia. ¡Sabía que no podía darle una oportunidad al amor! ¡Sabía que me romperías el corazón! ¡No se como pude ser tan imbécil!
- ¡Me prometiste que no me dejarías! - grita ella con lágrimas en los ojos – ¡Sabía que no confiabas en mi!
- ¡A sido tu culpa! ¡Por enrollarte con el primero que encuentras! ¡Y yo fui una de tus víctimas!
- ¡No vuelvas ha hablarme!
- ¡Tranquila que no lo haré! ¡Esto se acaba! ¡Eres una puta!
- ¡Imbécil!
Entonces ella se va, y yo salgo de la universidad para ir a casa, donde abro y cierro la puerta de un portazo, haciendo que Louis se levante del sofá.
- ¿Que ha ocurrido Hazza? - pregunto yendo hacia mi.
- ¡La mierda del amor! ¡Eso es lo que ha ocurrido! - grito, y le cierro la puerta en las narices a Louis.

*Narra Sheila*

Empieza a llover. Cada vez con más fuerza y el frío me llega a los huesos. Me pongo debajo del porche de un edificio y espero a que deje de llover.
Un rato después me siento en el suelo y le mando un mensaje a Vanessa para decirle que no se preocupe por mi. Y que puede que pase la noche fuera porque no creo que me de tiempo a llegar antes de que cierren las puertas de la universidad.
- ¿Sheila?
Oh, no. Esa voz no. Por favor, que no sea él. Levanto la mirada y sí. El él. De verdad que no entiendo cómo el destino me odia tanto.
- Hola – digo tímidamente.
- ¿Que haces aquí? - pregunta preocupado.
- Es que se ha puesto a llover y no quería mojarme...
- Pues ven conmigo. Tengo un paraguas.
- No, no hace falta, Liam. No me importa esperar.
- ¿Pero cómo te voy a dejar aquí? Anda, ven.
- Que no, en serio – insisto yo.
Por favor que se marche.
- Mira, tienes dos opciones. O vienes conmigo o me quedo aquí contigo.
- Vale – digo levantándome – Vamos.
Me pongo a su lado debajo del paraguas. Me lo imagino yo o este paraguas es diminuto. Estamos demasiado juntos, así que me aparto un poco hasta mojarme el hombro.
- Te estás mojando – dice acercándose a mi.
Genial. Volvemos a las andadas.
- Tengo prisa, ¿podemos ira más rápido? - pregunto un poco más bruscamente de lo que quería. Pero eso no importa.
- Claro – dice acelerando el ritmo.
- Vale, si vamos a esta velocidad voy a llegar a la universidad en unos diez minutos. Puede que hasta me dejen entrar.
Caminamos y caminamos hasta que la universidad está delante de nosotros. Salgo de debajo del paraguas y me acerco corriendo a la puerta. Tiro pero nada. Vuelvo a tirar y nada, otra vez.
Mierda, no no no. Por favor no. Definitivamente el destino me odia y mucho. Vuelvo a tirar de la puerta. Ábrete, vamos, ábrete.
De pronto una mano está encima de la mía y me recorre un cosquilleo por todo el cuerpo. La aparto rápidamente y Liam intenta abrir la puerta pero nada.
No no no no no. Esto no está pasando. Puedo ver lo que va a pasar en mi fatídico futuro.
- Está cerrado – dice Liam
- Lo veo – contesto – gracias por traerme, ahora puedo arreglar mis problemas sola.
- No. Tu te vienes conmigo. ¿Como te voy a dejar sola aquí por la noche?
- Haciendo lo – respondo yo
- Vamos – exige él.
Yo examino mis opciones:
  1. Quedarse fuera de la universidad durante toda la noche.
  2. Irse a un hotel y gastarse todos los ahorros en una sola noche
  3. Colarse en la universidad por una ventana y ganarse un castigo y con lo patosa que soy, también una pierna rota.
  4. Irse con Liam.
Finalmente tomo la decisión más razonable y empiezo a caminar al lado de Liam, bajo el paraguas que nos protege de la lluvia.
Concentro toda mi energía en ignorar. Ignorar que Liam está muy cerca de mi. Ignorar que voy a su casa pasar la noche. Ignorar que puede que esta noche no cierre ni un segundo los ojos. Ignorara mi pasado. Y se esta forma me encierro en un pequeña burbuja abstrayendo me del mundo.
Liam destruye mi burbuja cuando habla.
- Hemos llegado – dice.
Miro su casa y realmente es cómo la imaginaba. Enormemente gigantesca.
- Que grande – digo.
- Lo sé, a veces me pierdo yo solo – contesta.
Entramos y Liam me enseña la casa. La cocina es enorme y hay cinco baños en toda la casa. Pero la habitación que más me gusta es el salón, dónde hay un gran puf en el que sentarse.
- Vamos arriba – dice Liam.
Subimos y me enseña su habitación. Tiene una cama, un armario y un despacho. Yo me esperaba algo más elaborado, pero me gusta, siempre he sigo una chica simple.
Después me lleva a la habitación de invitados, que está al lado de la suya.
- Tu vas a dormir aquí – me informa.
- Vale, gracias.
- ¿Te dejo algo para dormir?
- Eh, no, no hace falta.
- Si, hombre, así vas a estar más cómoda.
De verdad que yo no se para que pregunta este chico. Va a hacer lo que quiere digas lo que digas. Ahora sale de la habitación y vuelve un momento después con una camiseta suya.
- Toma – dice dándomela amablemente.
- Gracias – digo cuando ya le he cogido.
- Eh..., voy a preparar algo para cenar. ¿Quieres algo?
- Vale – contesto – ahora vengo.
Liam se dirige a la primera planta y yo miro la habitación. Es moderna y acogedora a la vez. En el baño que hay está todo ordenado y limpio.
Dejo el bolso encima de la cama y bajo a la cocina.
Liam está de espaldas a mi cocinando algo y cuando se da cuenta de mi presencia se gira para saludarme.
- Siéntate, enseguida está.
Hago lo que me dice y al poco tiempo viene a sentarse con un plato de huevos fritos entre las manos.
Por suerte se sienta delante de mi y la mesa es suficiente mente ancha como para que no me ponga muy nerviosa.
Empezamos a comer sin decir nada y creo que eso es lo mejor.
- ¿Mañana quieres que te acompañe a la universidad? - pregunta de repente.
- No, puedo ir sola. Pero gracias.
- Bueno, en realidad tengo que hacer el mismo camino así que iremos juntos.
Y ya está otra vez. Que de verdad yo no lo entiendo. Este chico pregunta una cosa y luego hace lo que le da la gana independientemente de tu respuesta. Por dios.
Termino de comer y recojo mi plato. Mientras Liam recoge el suyo.
Cuando ya está todo en su sitio subimos a la plata de arriba.
Yo voy hacia mi habitación. Y cuando he llegado me apoyo en la puerta y veo que Liam se ha quedado parado delante de mi.
- Buenas noches – digo yo al ver que no hace nada.
No contesta, al menos verbalmente, porque empieza a acercarse a mi. Yo intento retroceder pero no puedo. La puerta me lo impide.
No no no, esto no puede estar pasando. Hoy es el peor día de mi vida y el destino me odia más de lo que nunca lo ha hecho.
Y sin dejar que piense nada más, los labios de Liam chocan con los míos. Me esta besando. Sheila reacciona, un chico te esta besando. Y no es un chico cualquiera, es Liam.
Y esta es mi reacción: ponerle las manos en el pelo.
Pero Sheila, que te está pasando. ¡¿Qué haces?!

*Narra Liam*

La estoy besando, y ella no me ha alejado, es más, tiene sus manos en mi pelo.
De pronto, se separa de mi de golpe. Se toca los labios y después deja caer su mano. Niega con la cabeza sin mirarme a los ojos y abre la puerta rápidamente para entrar en la habitación.
Y yo me quedo allí, como un pasmarote mirando la puerta y preguntándome que acaba de pasar.
Oigo cómo Sheila se sienta en la cama y después nada más. Silencio. Por un momento pienso que se ha quedado dormida pero no puede dormirse tan de prisa.
Cuando me percato de que llevo cómo cinco minutos mirando una puerta, decido que es mejor que me vaya a mi habitación.
Me pongo el pijama y voy al baño a lavarme los dientes.
Cuando vuelvo a la habitación apago al luz y me tumbo en la cama. No puedo dejar de pensar en el beso. Ha sido... ¿Qué es eso? ¿Un sollozo?
Enciendo la luz de golpe y me levanto de la cama. Sí, ha sido un sollozo.
Salgo de la habitación y llamo a la puerta del cuarto de invitados. Nadie contesta, solo se oyen más sollozos.
- ¿Sheila? - pregunto.
Nadie responde y los sollozos paran durante un segundo para después continuar.
Pongo la mano en el pomo de la puerta y lo giro lentamente. Cuando por fin puedo ver un poco de la habitación, la veo. Tirada encima de la cama, llorando. Abro la puerta totalmente y entro.
Me acerco a la cama y me siento al lado de Sheila.
Pongo mi mano en su espalda y se la acaricio.
Ella gira bruscamente la cabeza al ver que tiene compañía y me mira.
- ¿Qué haces aquí? - pregunta secándose las lágrimas rápidamente.
- He oído que llorabas y he venido a ver que pasa.
- Nada, no pasa nada – dice rápidamente
- Claro que pasa algo, no estás llorando por nada
- No te importa lo que me pase – contesta conteniendo las lágrimas.
- Vale, puede que no me importe, pero al menos dime algo para que me queda más tranquilo. ¿Esto no tiene que ver con el beso, verdad?
- Eso no importa ahora.
- Oh, venga ya, es por el beso. Lo siento, puede que haya sido un poco repentino pero...
- Callate, no sabes lo que pasa. Es mejor que no digas nada.
- Pero si es por el beso, lo siento, de ver...
- ¡Dejalo! No es solo por el beso, es... - Y sin poder contenerse se pone a llorar otra vez.
- Eh – digo dulcemente – Tranquila, todo está bien. No llores – le acaricio la espalda pero no sirve de nada.
Sheila continua llorando desconsoladamente. Finalmente de me tumbo a su lado en la cama e intento abrazarla, pero ella se escabulle.
- No – dice entre sollozos.
- ¿Pero porqué? No entiendo porqué me evitas. Tan pronto eres amable conmigo cómo me evitas y me tratas mal. ¡Quiero saber que te pasa! ¡Yo no te he hecho nada!
- ¡Claro que me has hecho algo!
- ¿Pues que es?
- ¡Has hecho que me enamore de ti! - solloza.
Yo me callo de golpe. Esta enamorada de mi. Es la mejor noticia del mundo. Pero... lo ha dicho cómo si fuera algo malo.
- ¿Y eso es malo? - me atrevo a preguntar.
- Sí – contesta en un susurro.
- Pero... ¿porqué?
- Porque lo es.
- Pero hay una razón.
- No quiero hablar de eso – dice secándose las lágrimas.
- A lo mejor te sientes mejor hablando.
No dice nada durante un momento y nos quedamos en medio de un silencio sepulcral. Solo se oye su acelerada respiración.
Cuando habla, ya tiene la voz más calmada.
- Cuando era pequeña vivía en un ciudad no muy grande de España con mis padres. Ellos estaban muy enamorados. Un día, cuando tenía nueve años, mi padre tuvo un accidente de coche y murió – Hace una pequeña pausa, pero tan corta que no tengo tiempo a decirle que lo siento – Mi madre, nunca lo superó y siempre estaba en su habitación llorando o ausente, por lo que se puede decir que me crié sola.
Yo la miro a los ojos y en ellos solo puedo ver tristeza y melancolía.
- Siempre estaba haciendo cualquier cosa para que mi madre me hiciera caso. Hasta dos años después. Un día mi madre me dijo que iba a comprar. Yo pensé que sería algo bueno, que empezaba a recuperarse. Pero se hizo tarde y no volvía. Al final salí a buscarla, pero no la encontré. Dormí sola esa noche – Se seca un par de lágrimas que le resbalan por las mejillas antes de continuar – Y por la mañana unos policías vinieron a mi casa. Y me dijeron... me dijeron que mi madre he había suicidado. La encontraron muerta en medio de un charco de sangre con todo el cuerpo lleno de cortes.
Cierra los ojos y más lágrimas le resbalan de ellos. Yo no soy capaz de decir nada.
- Yo enseguida supe que mi madre había estado planeando esto desde que murió mi padre, pero había esperado a que yo fuera mayor como para saber cuidarme sola. Ella esperó porque me quería, pero no lo suficiente para no abandonarme. Ese día, me prometí a mi misma que nunca me enamoraría de nadie, porque yo no quería acabar cómo mi madre. Ella no podía vivir sin mi padre y yo no puedo permitir que me pase lo mismo. Y tampoco quiero tener hijos, porque no podría vivir sabiendo que se sienten abandonados cómo yo me sentí.
Ha estado todo este tiempo boca arriba y ahora se gira para quedar cara a cara conmigo.
- Todo iba bien hasta que apareciste tu. Primero pensé que con ignorarte se me pasaría lo que me pasaba contigo, pero no.
Le aparto un mechón de pelo de la cara y se lo pongo detrás de la oreja. Ella aparta su cabeza de mi mano y yo la retiro.
- Lo siento – digo en un susurro entrecortado.
- No lo hagas.
Su respuesta me deja un poco sorprendido. ¿Qué significa eso?
- Todo el mundo lo dice, pero yo no quiero que sientan pena por mi. Aún recuerdo el entierro de mi madre. Todo el mundo diciéndome lo mucho que lo sentía y todas esas estupideces. Yo solo quería que alguien viniera y me dejara hablar a mi para desahogarme. Pero en lugar de eso todo el mundo me hablaba a mi.
- Me gustaría haber estado allí ese día – digo sin poder evitarlo.
- Yo no. Prefiero haberte conocido ahora. Sino habría roto mi promesa hace mucho tiempo – dice y se le escapa una pequeña sonrisa de los labios.
- Lo siento.
- Ya te he dicho que no lo hicieras. Ni quiero compa...
- Lo digo por hacer que te enamoraras de mi – la corto
Ella me mira sorprendida. Estoy seguro de que no esperaba este tipo de disculpa.
- En el fondo no tienes la culpa. La tengo yo – dice al fin.
- Pero me alegro de eso.
- ¿Que yo tenga la culpa?
- No. Que te hayas enamorado de mi.
Ella no dice nada. Solo me mira con esos enormes ojos brillantes de las recientes lágrimas.
- Porque yo también lo estoy de ti.

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Y por el de Marina (el mío)
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miércoles, 6 de marzo de 2013

Capitulo XXVI Aru


*Narra Vanessa*

Estamos caminando por el parque, cuando empieza a sonar mi móvil. No tengo ganas de cogerlo en estos momentos, así que dejo que suene, pero como vuelve a sonar lo cojo.
- ¿Si? - pregunto.
- ¡Vanessa! - me grita alguien al otro lado de la línea. Reconozco su voz al instante.
- ¡Aru! - digo gritando, y las chicas me miran con una sonrisa.
- ¡Adivina! ¡Adivina!
- Sabes que no soy buena adivinando – le digo.
- ¡Me quedo en Londres un días!
Suelto un grito, lo que hace que todo el parque se me quede mirando. Pero no me importa. Estoy demasiado feliz. Aru, es nuestra mejor amiga de allí España.
- Por cierto bonita camiseta – me dice por teléfono.
- ¿Como sabes...? - empiezo, pero luego grito – ¡Ya estas aquí! ¡¿Donde estás?!
- Aquí – entonces alguien me toca el hombro. Me giro y puedo ver a Aru.
- ¡Aru! - gritamos todas.
- Vaya, si que me queréis – dice ella.
- ¿Que haces aquí? - pregunta Sheila.
- Me quedo hasta mañana por la mañana en Londres – dice, y una sonrisa se le dibuja en el rostro.
- ¡¿Aquí?! - digo, y ella asiente – ¡¿Hasta mañana?! - grito, y ella vuelve a asentir.
Entonces nos abrazamos y nos ponemos a gritar. La gente del parque se va dispersando, y oigo a varias madres decirle a sus hijos que se alejen de nosotras.
- ¿Porque no has avisado? - pregunto con una sonrisa.
- Quería que fuera una sorpresa – dice, y entonces se da cuenta de los chicos – ¡One Direction! - grita. Instintivamente los chicos se esconden detrás de las otras cuatro, y yo le pongo la mano en la boca antes de que acabe la frase.
- Tranquila – digo – ¿Prometes no gritar? - ella asiente, y yo le quito la mano de la boca.
- Harry, y Niall, y Zayn, y Louis, y Liam – dice abrazándolos – Mira Vane estoy tocando a los chicos de One Direction. Dios cuando se lo cuente a Mari – dice Aru.
- ¿Sigue tan idiota como siempre verdad? - pregunto.
- Si. Es como en las películas. La chica de yo me lo creo todo – dice Aru imitando la voz de Mari – Ayer la tenías que haber visto. Hacía tiempo que no se hacia el tinte y se le veían todas las raíces oscuras.
Todas empezamos a reír. Hace mucho tiempo que nadie nos hacia reír de esa manera. Ojala Aru pudiese quedarse, pero sus padres no la dejan. Uno, porque tiene dieciséis años tan solo, y aún no va a la universidad.
- ¡Adiós chicos! - grito yo.
Cogemos a Aru de la mano, y pasamos todo un día juntas. Vamos a comprar, vamos a ver una película al cine.

*Narra Anna*

Hacia medio año que no veíamos a Aru, y por fin ha venido. Aunque se vaya mañana por la mañana a primerísima hora. ¡Pero que importa! Lo más importante es que estamos juntas.
- Chicas... - dice Aru mirando su reloj – Son las diez de la noche. Creo que será mejor que me vaya yendo. Mañana tengo que levantarme temprano.
- Está bien – dice Vanessa corriendo a abrazarla – ¡Te quiero mucho! - le grita.
- ¡Yo también!
Acabamos de despedirnos, y Aru se sube al autobús, donde nos dice adiós con la mano, mientras tiene una sonrisa.
- Será mejor que vayamos a casa chicas – dice Claudia.
- Yo me voy a una discoteca – dice Cristina – ¡Adiós! - dice yéndose.
- ¡No hagas nada malo sin protección! - le grita Vanessa riendo.
- Yo voy a dar una vuelta – dice Sheila.
- ¿Seguro? - pregunta Vanessa.
- Claro – dice ella.
- Bien, pero cuídate – digo yo.
Sheila se despide, y nosotras tres, como no tenemos nada que hacer nos vamos hacia la universidad para dormir un poco. Vanessa mañana tiene examen, Claudia tiene hambre y quiere cenar, y yo simplemente me caigo del sueño.

*Narra Cristina*

Decido no cambiarme para ir a la discoteca. Tengo ganas de pasármelo bien un rato. Empiezo a andar hasta allí cuando veo algo que me detiene.
No puede ser él. No puede haber vuelto.
Salgo corriendo, intentando pensar en que no acabo de ver a mi ex-novio Ben. No por favor. Después de año y medio de maltratos esto no puede estar pasando de nuevo.
Llego a la discoteca, y inocentemente empiezo a beber y a beber. No se porque, pero eso me relaja muchísimo.
- ¡¿Cris estás bebiendo?! - pregunta una voz alucinando detrás mío.
- No, yo no. No he bebido en mi vida – digo tirando mi vaso a un lado.
- ¿Te crees que soy ciego Cris? - dice Zayn enfadado.
- Es que todo tiene una explicación... - digo yo.
- ¿Pero porque has empezado a beber? ¡¿Que te pasa?! - dice levantando las manos.
Instintivamente, me protejo la cabeza con los brazos y me acurruco en el suelo sin poder mirarle a la cara. Zayn baja los brazos lentamente sin dejar de mirarme atónito e incrédulo por mi reacción.
- ¿Pensabas que iba a pegarte? - pregunta en un susurro.
Miro a Zayn con lagrimas en los ojos. Me levanta rápidamente y empieza a correr justo cuando las lagrimas empiezan a bajar por mis mejillas.
Zayn se queda paralizado un momento asimilando todo lo que acaba de pasar.
Yo salgo de la discoteca sin dejar de correr. Entonces siento como me voy mojando entera. Genial, y ahora se pone a llover. Sigo corriendo sin mirar atrás, pero aún así puedo ver como Zayn empieza a seguirme gritando mi nombre.

*Narra Zayn*

Cris sale corriendo de la discoteca y yo me paro un momento para asimilar todo lo que me ha dicho, y al momento salgo corriendo detrás de ella sin parar de gritar su nombre a todo pulmón, pero ella no se detiene. Es que es cabezota.
Ya están todas las calles oscuras y llueve a mas no poder.
Cristina no deja de correr y yo no se que hacer para detenerla.
- ¡Cristina! - grito lo más fuerte que puedo.
Veo como está en medio de la carretera, y un coche corre hacia ella. Está demasiado oscuro para que el coche pueda ver nada, por lo que no se detiene.
Cuando ella escucha mi grito se para en seco. Entonces vuelvo a gritar su nombre, y ella se da la vuelta y ve al coche.
Corro hacia ella rezando para que pueda llegar a tiempo. No podría soportar que ella muriese, y yo estuviese vivo, pero sabiendo que está muerta por mi culpa. Que yo la podía haber salvado y al final no lo hice.

*Narra Cristina*

Corro sin parar sin ni siquiera mirar por donde paso. De repente oigo que alguien grita mi nombre y paro en seco.
Vuelven a gritar mi nombre y justo en ese momento me doy cuanta de que estoy en medio de la carretera. Entonces pasa todo muy deprisa.
Giro la cabeza y veo las luces de un coche que vienen hacia mi. Cierro los ojos y espero el golpe que puede que acabe con mi vida. Y entonces pasa. El coche se estampa conmigo.

Abro los ojos y solo puedo sentir un cuerpo pegado al mio. Alguien me esta abrazando.
- Ya esta - susurra una voz en mi oído - Ya ha pasado. Estas bien.
Y es entonces cuando me doy cuenta de todo. El coche no ha chocado conmigo. Ha sido Zayn. Él me ha apartado de la carretera.
Su mano me acaricia el pelo y esta lloviendo, por eso no distingo las lagrimas que salen de mis ojos o las lágrimas de la lluvia.
- Gracias - digo con voz temblorosa.
Zayn se aparta un poco de mi para poderme ver la cara. Sus manos están en mis mejillas y no deja de acariciarme.
- Oh dios, que susto me has pegado. Pensaba que ese coche iba a...
No puede terminar la frase y en lugar de eso me abraza muy fuerte, tanto que casi me deja sin respirar, pero aún así no me quejo.
- Lo siento
- No no no, tu no has hecho nada malo.
- Si no hubiera salido corriendo...
- Cris. No has hecho nada malo.
- Pero lo siento. Es que tenia miedo. Y lo mejor que se me ha ocurrido hacer es huir.
- Cris tranquila. Si no hubiese llegado a tiempo para apartarte, yo... no se que hubiese echo.
- Zayn tranquilo. Si me hubiese pasado algo tu tendrías que seguir con tu vida.
- Tu eres mi vida Cristina.
- Y tu eres mi héroe.

*Narra Vanessa*

Por fin he acabado de estudiar. Y solo son las once de la noche. Entonces alguien llama a mi puerta, y voy a abrir.
- ¿Blake? - digo extrañada.
- Hola preciosa – dice acercándose a mi, y haciendo que choque con la pared. Pone dos manos alrededor de mi cuello y no puedo escaparme.
- ¿Que quieres? Suéltame – le exijo.
- Vamos preciosa tranquilizate – dice él.
Pone las manos en mi cintura, y me inmoviliza. Cinco años practicando taekwondo y no lo he visto venir. Si es que soy estúpida. Entonces acerca sus labios a los míos, y me besa. ¡Espera! ¡Yo estoy con Harry! Forcejeo intentando soltarme, pero me es imposible porque te tiene completamente inmovilizada. Pido entre sus labios que me suelte, pero no me hace caso y sonríe.
- Vanessa... - dice alguien con voz dolida.
En ese momento Blake me suelta, y cuando me giro solo puedo ver el rizado pelo de Harry irse de allí enfadado.