lunes, 1 de abril de 2013

Capitulo XXVIII Amigos... Por ahora

*Narra Sheila*

- Porque yo también lo estoy de ti – dice él.
¿Qué? No no no no no no. Esto no. Si el no me quisiera aún podría ignorarlo, pero... ¿que voy a hacer ahora? Esto se pone cada vez peor.
- Y... ¿que vamos a hacer ahora? - pregunto un poco insegura.
- Pues creo que normalmente el chico y la chica empiezan a salir juntos.
- Pero yo no soy normal – le digo.
- Lo sé, por eso me gustas.
Vaya, el chico tiene sus recursos. Pero no. No voy a caer. Es mejor sufrir ahora y no luego.
- Sheila – dice incorporándose un poco – Mírame – No lo hagas, Sheila, no lo mires, o vas a caer enseguida – Mírame – repite y ahora me coge con las manos de las mejillas y me obliga a hacerlo.
Sus manos queman encima de mi piel y solo puedo verle a él. A sus perfectos ojos y sus sonrientes labios. Su sedoso pelo y su hermosa mirada. Solo hay eso en mi mundo.
- No te voy a presionar. Solo te quiero pedir algo – dice suavemente.
- Di... dime – pronuncio a duras penas.
- Quiero que pienses. Piensa en lo que me has contado sobre tu promesa. Y dime si realmente quieres
que sea así. ¿De verdad quieres sufrir todo el tiempo para evitar un sufrimiento que puede que ni siquiera exista?
“¡No lo sé!” Quiero gritar. “Cuando me miras así no se nada más a parte de que tengo unas ganas que me comen por dentro de besarte”.
Abro la boca para dejar salir alguna palabra, pero nada. Mis dientes empiezan a castañear. Mis manos tiemblas y mis mejillas arden.
- Yo solo quiero ser feliz. Cómo cuando lo era de pequeña – digo intentando contener las lagrimas.
- Sheila, voy a decirte algo – hace una pequeña pausa y comprueba que lo escucho atentamente – Yo quiero que tu seas feliz. Pero debes darte cuenta de que no puedes tener la misma felicidad que tenías de pequeña. Las cosas han cambiado. Lo sabes ¿verdad?
Asiento levemente, porque, aunque una parte de quiera creer lo contrario una parte de mí sabe que es verdad.
- Y también debes darte cuenta de que la promesa que te hiciste, puede estar impidiéndote llegar a la felicidad.
- Esa fue mi decisión.
- Lo sé, pero quiero que te des cuenta de que estás alejando a la felicidad. ¿Lo ves?
- Yo decidí una cosa y ahora no voy a cambiar de opinión. Yo sé que si no me enamoro no puedo sufrir, y eso es lo que quiero evitar.
- ¡Pero tu misma me has dicho que te has enamorado!
- Uffff, dejalo. Por favor, marchate. Quiero estar sola.
- Sheila, lo sien...
- Vete – digo con lágrimas en los ojos e incapaz de gritar
Él se levanta lentamente de la cama y me mira desde el marco de la puerta.
- Piensa lo – dice antes de marcharse.
Y me quedo allí. Sola. Ahogando mis penas en sollozos silenciosos cargados de tristeza. Con el chico del que estoy enamorada en la habitación de al lado. Y deseando que ignore lo cabezota que soy y venga a abrazarme y decirme que me quiere.

A la mañana siguiente me despierto y lo primero que hago es vestirme y arreglarme como puedo el pelo.
Cuando ya estoy presentable, bajo a la cocina. Voy por las escaleras y cuando llego a la planta baja, veo que Liam aún no está. Debe seguir durmiendo.
Me preparo un vaso de zumo de naranja y como una manzana. Justo en ese momento Liam aparece por las escaleras ya vestido.
- Hola – le digo y él solo mueve la cabeza en modo de saludo.
Se prepara unas tostadas y un vaso de zumo cómo el de ella y se sienta en la silla delante de Sheila.
- ¿Has dormido bien? - pregunto, intentando ser amable.
Él se encoje de hombros sin ni siquiera mirarme y sigue comiendo. Termino mi desayuno y recojo lo que he ensuciado mientras Liam come como si estuviera solo en la casa.
- Dentro de un rato me voy a marchar a la universidad, no quiero llegar tarde.
Liam asiente con la cabeza y me acerco a él hasta quedar justo delante.
- No hagas esto – le pido en un susurro.
- ¿El qué? - dice Liam por primera vez.
- No hablarme. Todo el mundo lo ha hecho después de saber de mi pasado.
Liam no contesta. Simplemente me mira a los ojos.
- Supongo que no saben que decir. Y en algunos casos me alegro, pero no quiero que tu dejes de hablarme. ¿Vale?
- Vale, lo siento.
- No lo hagas. Simplemente hablame, es todo.
Me quedo quieta delante de él un momento. Y después le doy un abrazo. Necesito a alguien que me abrace ahora, y él es el único que puede hacerlo. No sabe que hacer y finalmente me devuelve el abrazo y quedo envuelta y protegida con sus fuertes brazos. Nos quedamos así por un momento hasta que me separo y voy a sentarme en el sofá.
Abrazo mis rodillas contra el pecho y cierro los ojos.
- ¿Estas bien? - pregunta Liam al ver que no me muevo.
- Sí – apenas se oye lo que digo pero Liam se relaja y yo supongo que lo ha oído bien
Liam termina de comer y recoge la cocina para después venir a sentarse junto a mi, en el sofá. Se queda callado mirando fijamente al frente. Yo también lo hago y de repente siento la mirada de Liam en mi. Giro la cabeza y, efectivamente, me está mirando.
Le sonrío y el me devuelve la sonrisa. De pronto me doy cuenta de que la mano de Liam va muy lentamente en dirección a la mía y mi primer impulso es apartarla, pero después decido no hacer nada, y en un rato siento una mano que agarra la mía y hace que encajen a la perfección.
- ¿Has... has pensado en lo que te dije ayer? – pregunta Liam un poco dudoso.
- Lo cierto es que si – digo antes de hacer una pausa – Lo he pensado.
- ¿Y que has decidido?
- Mira, he estado todo este tiempo sin complicaciones y de repente me pasa esto tan repentinamente y yo..., se puede decir que estoy un poco confusa. No entiendo nada de lo que me pasa.
- Eso es normal, le pasa a todo el mundo la primera vez que se enamo...
- Lo sé – le corto – pero yo prefiero dejar que pase un tiempo para ver como van las cosas. Y me... me gustaría que me dejaras ser tu... tu amiga – digo entrecortada mente – Se que me he portado fatal contigo, pero he pensado que al mejor si somos amigos, va a ser todo más fácil.
- Sheila, para mi ya eres mi amiga. No me importa cómo he hayas tratado, ahora ya se porque es y te comprendo – dice acariciando mi mano.
- Gracias, eres fantástico – digo sin poder evitarlo – Y me, me gustaría pedirte otra cosa, si no... no te importa.
- Claro que no, ¿que pasa?
Vale, Sheila, relajate y hazlo. Tienes que saber lo que se siente. Vamos que tu puedes.
Mi cabeza empieza a moverse en dirección a Liam. Cada vez estamos más cerca y de pronto me entra el pánico. Dejo de moverme. Sheila, eres i-d-i-o-t-a con todas y cada una de las letras. Hazlo ahora mismo.
Y así lo hago, mis labios van directos a los de Liam y encajan cómo si de un puzzle se tratara. En mi interior se produce una explosión de emociones y todo lo que puedo hacer es sentirle a él. Me está gustando demasiado, Sheila separate ahora o será demasiado tarde.
Miro a Liam a los ojos cuando me alejo.
- Lo siento. No soy muy coherente, lo sé. Pero quería saber lo que se sentía.
- ¿Y que has sentido?
- Pues... yo... ha sido...
- Lo sé, no hay palabras – Me mira fijamente y cómo si me leyera la mente, sabe lo que tiene que decir – Entonces, ¿amigos?
- Amigos – digo yo, par luego añadir – por ahora.

*Narra Liam*

Esa tarde...
Estoy empezando a odiar el maldito reloj. Esta es la última clase del día y ya no puedo concentrarme, en realidad no he podido en todo el día.
¡¡¡Ringggg!!!!
Por fin el maldito timbre. Hoy ha sonado muy tarde o me lo ha parecido a mí. Recojo todos los apuntes y me apresuro a salir de la clase.
Ahora tengo que ir a buscar a los chicos. No estoy con ninguno de ellos en esta clase.
- Hola – dice una voz detrás de mi.
- Hola Sheila – me giro.
- ¿Cómo te han ido las clases? - pregunta.
- Pues la verdad se me han hecho muy largas.
- No eres el único al que le ha pasado eso – dice con una sonrisa.
- ¿Me acompañas a buscar a los chicos? - pregunto
- Vale, yo tengo que ir a buscar a las chicas – dice.
- Pues vamos.
Empezamos a andar por los pasillos al lado el uno del otro y de repente Sheila se esconde detrás de mi.
- ¿Pasa algo? - le pregunto girándome para encarar la.
- No, no pasa nada, solo que viene... da igual, no importa.
- Bueno, cómo quieras. ¿Vamos?
- Eh, si – responde un poco insegura.
Volvemos a andar pero esta vez, Sheila se pone un poco detrás de mi. Y justo en ese momento Wendolyn pasa por nuestro lado, yendo en dirección contraria.
- Oh, mira, Sheila con el cantante, sigue soñando idiota, a él nunca le gustarás – dice burlona, al pasar por nuestro lado.
Yo me paro de repente y Sheila choca conmigo. Yo me giro para verla.
- ¿Que ha dicho esa idiota? - digo enfadado
- Nada, no importa lo que diga – dice cómo si tuviera ensayada la frase.
- ¿Siempre te dice cosas de estas? - pregunta aún más molesto con la pija esa.
- No... Bueno, a veces...
- ¿Y permites que te diga esas cosas?
- No... no me importa lo que diga, tengo cosas más importantes y que me importan más.
- Pero no puede hablarte así, ¿tu las has oído? Tienes que hablar con algún profesor.
- No. No quiero complicaciones, y si lo hago se meterá más conmigo.
- Pues ya verá esa, cómo vulva a hablarte así...
- Liam, da igual. Vamos – dice compungida.
me tira del brazo y yo la sigo, pero cómo vuelva a oír que esa imbécil le habla a Sheila así, tendrá problemas.
Ando con Sheila por los pasillos hasta encontrar a Claudia con Niall.
- ¡Niall! ¡Claudia! - digo.
- Hola – dice Niall y se acercan.
- Hola – saluda Claudia – Vaya, estás con Sheila – me dice – Y estás vivo. Eso si que es raro.
Yo veo de reojo que Sheila asesina con la mirada a Claudia, que simplemente sonríe.
- Después hablamos, Claudia – dice Sheila.
- Uyyy, creo que ahora la que no va a estar viva soy yo – bromea.
- Que tal las clases? - pregunta Niall
- Muy largas – respondo – Pero eso ya no es algo nuevo.
- Yaaa – responde Niall.
- Dónde están los demás? - pregunta Sheila.
- Haber – dice Niall – Anna y Louis están juntos vete a saber dónde, con lo locos que están puede ser que en cualquier parte. Zayn y Cristina deben estar buscándonos, supongo...
- ¡Hola! - dice Cristina que llega justo en ese momento.
- Hola – decimos.
Detrás de Cristina llega Zayn con una pila gigante de libros.
- Cariño, ¿dónde quieres que deje esto? - le dice a Cristina.
- Pues, no sé. Después vamos a dejarlo en mi habitación.
- ¿Eso es tuyo? - pregunta Sheila sorprendida señalando los libros que carga Zayn.
- Sí – contesta para luego añadir – Con el chico incluido. Me ha salido una buena oferta, ¿verdad?
Todos nos ponemos a reír excepto Zayn.
- Cielo, ya no siento los brazos, ¿podemos ir a dejar esto? - pregunta desesperado.
- Vale, vamos – dice marchándose – Esperadnos aquí – nos dice antes de desaparecer entre la gente con Zayn detrás.

*Narra Zayn*

Cristina me ha hecho cargar con todos los libros, los suyos y los míos y no es que precisamente sean ligeros. Después de dejarlo todo en su habitación fuimos a buscar al resto y los encontramos en el mismo lugar que antes.
- Ya estamos de vuelta – dice Cristina alegre. Me encanta su entusiasmo. Siempre está contenta.
- ¿Ahora estás mejor, Zayn? - me pregunta Liam.
- Mucho mejor – respondo.
- ¿Vamos a tomar algo? - propone Niall.
- Vale, avisamos a los demás ¿no?
- Los locos están vete a saber dónde y Vanessa y Harry, no tengo la menor idea de su paradero, así que si los encontramos bien y sino, da igual.
- Vale, vamos – dice Cris cogiéndome de la mano.
Salimos e la universidad después de que todos dejáramos los libros. Yo estoy todo el tiempo al lado de Cris.
- Me gusta cómo te ha quedado el pelo hoy – dice de camino a Nando's. Sí, Niall y Claudia han elegido el sitio.
- Pues hoy me ha quedado muy mal.
- Pero que dices, a ti siempre te queda bien – dice.
- No es verdad, a veces me queda cómo una escarola.
- Anda ya, a mi si que me queda cómo una escarola.
- Uhhh, vaya una mentira, esa.
- Lo dices porque no me has visto por las mañanas – contesta con una sonrisa – Parezco una bruja
- Venga ya, tu no puedes parecerte a una bruja. Eres demasiado guapa para eso.
- Eres perfecto.

*Narra Claudia*

- Ahora vuelvo – le digo a Niall cuando empezamos a andar hacia Nando's.
- Vale – contesta.
Me acerco a Liam y Sheila.
- ¿Liam puedo hablar contigo? - le pregunto.
- Claro – contesta – ahora vuelvo, Sheila – dice antes de venir conmigo.
- ¿Ha pasado algo entre Sheila y tu? - pregunto.
- Bueno, sí, la verdad – dice – Ayer la encontré cuando llovía y la acompañé a la universidad, pero estaba cerrado y vino a dormir a mi casa.
- Que amable – digo.
- Gracias. Bueno, el caso es que la besé y ella no dijo nada, solo se encerró en la habitación y empezó a llorar. Yo lo oí y fui a ver que le pasaba y me contó... lo de cuando... cuando era pequeña.
- ¿Te ha contado lo de sus padres? - pregunto sorprendida.
- Sí, y esta mañana hemos quedado que seremos amigos – finaliza.
- Vaya, ya decía yo que no te lanzaba mirada asesinas – digo divertida.
- Sí, me alegro de eso, hasta ayer creía que había hecho algo mal.
- Oh, no. Eso lo hace con todos los chicos que se le acercan. No es nada nuevo. Pero me sorprende que te haya contado lo de sus padres, solo lo sabemos nosotras. Y si te lo ha dicho significa que te aprecia mucho.
- Me dijo que estaba enamorada de mí – dice.
- Eso la verdad es que no me sorprendo, a ti no te lo demuestra, pero cuando hablamos de ti, ella finge odiarte, pero se le ilumina la cara cuando te ve.
- Yo también estoy enamorado de ella.
- Se nota. Me alegro de que ahora estés mejor con ella.
- Y yo – dice visiblemente contento.